domingo, 9 de diciembre de 2012

LA ELECTRICIDAD ESTÁTICA


§ 1.- Notas históricas
Desde el tiempo de Thales de Mileto, allá por el año 600 antes de la era vulgar, se conocía la propiedad que adquiere el ámbar amarillo de atraer, cuando se le frota, los cuerpos ligeros; sabían también los antiguos que la piedra imán atrae al hierro; pero ni remotamente sospecharon que entre ambos, fenómenos (la atracción de los cuerpos ligeros por el ámbar y la del hierro por el imán) hubiera una Comunidad de origen, hoy casi demostrada por la ciencia. Los conocimientos de los antiguos en esta materia se limitaban, pues, a aquellos dos hechos, y si pretendieron darse razón de los fenómenos, por esa tendencia del espíritu humano, siempre inquieto, a penetrar la causa oculta de las cosas, no se cuidaron, en cambio, de seguir él único camino que conduce a la posesión de las verdades naturales, y fuera del cual no hay ciencia posible. Este camino se llama la experimentación.
Veinte siglos después de Thales de Mileto, en el año 1600 de nuestro era, Guillermo Gilbert, médico de la reina Isabel de Inglaterra, descubrió que no era el ámbar amarillo el único cuerpo -donde podía desarrollarse la propiedad atractiva de que se ha hecho mención, pues aquella propiedad la adquieren también por el frotamiento algunas maderas, las piedras preciosas, las resinas, el vidrio, el azufre, los fósiles y varios cuerpos más. A Guillermo Gilbert sucedieron otros físicos que, aplicando al estudio de los fenómenos eléctricos el método experimental, fueron descubriendo las leyes que rigen aquellos fenómenos y preparando el terreno para nuevos y fecundísimos descubrimientos, cuyas portentosas aplicaciones prácticas superan considerablemente todo lo que la imaginación más ardiente y atrevida hubiera podido concebir.
Boyle en 1675 descubrió que, si los cuerpos previamente frotados atraían a los otros cuerpos, eran en cambio atraídos por los no frotados, siempre que se les pusiera en condiciones adecuadas. Una barrita o aguja de goma laca, frotada con una piel de gato, goza de la propiedad de atraer a otro cuerpo suspendido de una hebra de seda. Invirtiendo el experimento, es decir, suspendiendo la goma laca de la hebra de seda, se ve que el otro cuerpo la atrae, a su vez. Por último, si se suspenden los dos cuerpos, se observará que se atraen mutuamente. Estos hechos hubieran podido preverse fácilmente por ser una consecuencia necesaria del conocido principio de mecánica que dice que la acción es siempre igual y contraria a la reacción. Otra de las observaciones de Boyle, fue la de la luz de la electricidad; frotando en la oscuridad un diamante vio que emitía rayos luminosos.